Un huerto para cambiar el mundo

Haber crecido teniendo contacto con la naturaleza me ha hecho ver el mundo color verde. Desde pequeña aprendí que la sandía crece en enredadera y que el cacao es una fruta, no una barra de chocolate ya lista para comer. Mi abuela y mi mamá me enseñaron cómo utilizar la tierra para hacer crecer nuestros alimentos: “tienes que hablarle a las plantitas, así saben que las quieres y crecen más lindas”.

Al mudarnos a la ciudad, perdimos un poco esa conexión con la naturaleza. Recuerdo que cada vez que visitábamos a mis abuelos en Boquete, lo primero que hacíamos era quitarnos los zapatos para pisar la hierba. Pero mi mamá siempre mantuvo la costumbre de la siembra, y en un pequeño balcón en Villa de las Fuentes creó un huerto con albahaca, tomates, cebollina y, a petición popular, flores para las mariposas.

Los huertos, escolares y urbanos, son una manera sustentable y eficaz de producir alimentos. En ellos se pueden sembrar plantas medicinales como la manzanilla, ornamentales, hortalizas como la lechuga y frutales. ¿Se imaginan un patio escolar con árboles de naranjas plantados por los estudiantes? ¿O que los tomates de las ensaladas los hayan plantado entre vecinos? Estas actividades fomentan hábitos más saludables, a nivel personal como comunitario.

Este año, el Biomuseo está trabajando para fortalecer la creación de huertos escolares y comunitarios. De la mano de Nutre Hogar, la Sociedad Audubon de Panamá y St. Mary’s School nace la Red Nacional de Huertos Ecoamigables, con la cual se busca generar sinergias para compartir experiencias, recursos y oportunidades de intercambio a nivel local y regional para la promoción de estos sembradíos. Así se busca producir un cambio entre las personas con respecto a la conservación del ambiente y el desarrollo sostenible. Y es que estos jardines son una manera eficaz de producir nuestros propios alimentos, promoviendo además la seguridad alimentaria de toda una comunidad.

De hecho, el Biomuseo ya tiene su propio huerto. En el Parque de la Biodiversidad los visitantes pueden ver cómo crecen las plantas de maíz en un espacio reducido. Es interesante ver que no se necesitan hectáreas de terreno para plantar guandú; incluso hay plantas de maracuyá y enredaderas de zapallo. Todas cultivadas en una pequeña parcela.

La satisfacción por consumir nuestros propios cultivos, el haber puesto esa pequeña semilla que luego se convierte en el ají que usamos para cocinar nos hace valorar, entender y respetar la naturaleza. Nos ayuda a abrir los ojos a un mundo más verde. Con cada plantón reducimos nuestra huella de carbono y creamos armonía en el hogar.

Los miembros de la Red Nacional de Huertos Ecoamigables buscan promover el trabajo en equipo y el fomento de los buenos valores, al igual que crear conciencia social sobre el valor de la producción de alimentos. Actualmente la red desea vincular organizaciones que quieran aprender, trabajar o promover los huertos escolares y comunitarios. Cualquier centro educativo, centro de visitantes, institución, ONG o comunidad organizada que desee crear huertos orgánicos puede formar parte de ella. Solo debe escribir a rednacionalhuertosecoamigables@gmail.com.

No te olvides que en febrero, el Biomuseo está lleno de divertidas actividades gratuitas para toda la familia. Todos los miércoles a las 11am puedes unirte a la búsqueda de mariposas; los sábados a las 3pm puedes participar en los conversatorios con nuestro #ExpertoVisitante; los domingos a las 11am tenemos cuentacuentos bajo el higuerón, y a las 4pm hay caminatas para descubrir los secretos de la arquitectura del Biomuseo o para aprender todo lo que tienen que contar las plantas del Parque de la Biodiversidad.

¡Te esperamos!