Foto por Angie Bare / Biomuseo

Los científicos estiman que la vida en la tierra empezó hace unos 3.8 mil millones de años. Al principio existían organismos unicelulares que fueron evolucionando poco a poco hasta la aparición de los artrópodos, seguidos por peces, plantas terrestres y bosques. El Homo sapiens apareció hace tan solo unos 200 mil años.

El origen de nuestra historia ha estado envuelto en una manta de misterios y mitos, pero la ciencia nos ha ayudado a descubrir que originamos en África. Los restos más antiguos de nuestra especie se han encontrado en una zona entre Kenia y Etiopia. Es desde aquí que iniciamos un largo viaje que nos llevó a colonizar todos los rincones de la Tierra. Esta lenta colonización de nuevos lugares dio pie a que a través de las generaciones evolucionáramos para adaptarnos a los diferentes climas, y es por eso que hoy somos una especie tan diversa.

Al principio nuestros antepasados vivían en contacto directo con la naturaleza y aprendieron de ella para poder sobrevivir. La espiritualidad tenía en cuenta las plantas y los animales; trataban con respeto y agradecimiento a su entorno natural. La biodiversidad incluso incidió en el arte y en el desarrollo cultural de las sociedades. En España, las cuevas de Altamira conservan uno de los conjuntos artísticos más importantes de la prehistoria. Contiene pinturas y grabados en colores negros, rojos y ocres que representan animales. En Panamá muchos de los artefactos elaborados por las culturas precolombinas simbolizan la naturaleza que les rodeaba y sus creencias en torno a ella; es muy posible que los animales más representados hayan tenido un significado especial a nivel religioso o social. Está claro que la variedad natural del entorno ha sido una gran fuente de inspiración, tanto para el arte como para las costumbres sociales.

Para muchas culturas milenarias, el concepto de ecología es una parte intrínseca de sus creencias. Para ellos el entorno no es independiente de ellos, la naturaleza no es una propiedad sino que el ser humano es parte integral de la Tierra. Estas culturas han mantenido un delicado equilibrio con la naturaleza, manteniéndose siempre fieles a la reciprocidad: yo la cuido para que ella me cuide. Son pueblos que tienen una huella ecológica muy pequeña porque han practicado formas de vida sustentables desde hace miles de años.

En cambio, nuestra sociedad ha ido creciendo avasallando a la naturaleza. Nos hemos adueñado del planeta, destruyendo en segundos lo que a la tierra le ha tomado millones de años en construir, acortando nuestro futuro por ganancias económicas. Hemos acabado con selvas y bosques llenándolos de concreto, hemos minado a cielo abierto, contaminando todo al derredor y hemos cambiado la química de los océanos y del aire, perjudicando a las especies que en ellos viven.

Es por esto que en mayo celebramos la biodiversidad. Para que entendamos y apreciemos la gran variedad de vida que existe en el planeta y para que veamos que no existimos separados de ella. Este mes en el Biomuseo tendremos conversatorios sobre serpientes y sobre el águila harpía, que nos darán luces sobre cómo convivimos con estas especies. También realizaremos un taller de confección de molas inspiradas en nuestro entorno, y caminatas en el Parque para que sintamos la naturaleza a nuestro alrededor.

Fundamentalmente somos animales que compartimos un mismo espacio con miles de otras especies de animales, plantas y microbios. Somos parte de la biodiversidad y debemos empezar a vernos como parte del todo que es la naturaleza. Es hora de abrazar a Pachamama, Mayedobo, Odùa-Ilè-Àiyé, a la madre Tierra y recuperar la conexión que hemos perdido.