Jugando al aire libre

Qué mejor recuerdo que el de una buena correteada alrededor de la barriada, jugando con los vecinos todo el día hasta que anocheciera y que tu mamá saliera gritando que fueras a lavarte las manos para ir a cenar. El sudor mugriento de la frente era la marca definitiva de que te divertiste.

Pero los tiempos han cambiado; el escondite ha sido reemplazado por un teléfono celular, la bicicleta, por una consola de juego de videos y cuando antes tenías un jardín, ahora tienes un balcón, seguramente cerrado. Crecemos y las responsabilidades cambian. Nos empezamos a enfocar en otros aspectos de la vida. Los juegos también han cambiado a la par de la tecnología y para satisfacer nuevas necesidades personales y sociales.

Una persona productiva supuestamente no tiene tiempo para perder jugando canicas o liga china. En algún momento empezamos a ver algunas actividades lúdicas como infantiles y las dejamos a un lado. Ahora vivimos encerrados entre la oficina, el carro y la casa. ¿Cuándo fue la última vez que miraste las formas de las nubes? Disfrutar del aire libre es tan solo tomar cinco minutos del día sin llamadas, correos o trámites administrativos; cinco minutos para liberar las endorfinas que tenemos guardadas desde los 12 años.

Elige pasar el tiempo libre de una manera distinta para dejar volar nuestra imaginación. Haz de tus juegos una experiencia compartida; dale una razón a otra persona para sonreír; invita a un compañero de oficina a ver quién encuentra más carros verdes. Hay teorías que indican que las actividades recreativas al aire libre traen beneficios para la salud física y mental. La profesora Lynn Barnett de la Universidad de Illinois en Urbana Champaign afirma que el juego mejora la productividad e incluso puede llegar a aumentar la satisfacción laboral. Respirar hondo, sentir los rayos del sol, bailar y cantar en la parada mientras esperas el bus; mejoremos nuestro día a día siendo niños una vez más.

Jugar con la única finalidad de divertirse nos conecta con nuestro alrededor de una forma diferente, incluso nos puede ayudar a encontrar soluciones ingeniosas a situaciones comunes. La idea no es salir de tu camino y forzar la diversión en tu día a día; solo deja que pase de manera natural. Tienes que estar dispuesto, dejarte llevar y dejar la pena a lo infantil a un lado. Dile hola a un ave, huele una flor, no pises las grietas de la acera.

Para hacer más fácil la búsqueda de la diversión, en enero el Biomuseo tendrá espacios para divertirnos en familia y al aire libre. Sábados de La Queda, Congelados y Rayuela para adultos y niños, o tardes para contar las historias de miedo que nos han pasado. También habrá una tarde de picnic y caminatas por el Parque de la Biodiversidad. No te pierdas la oportunidad de divertirte al aire libre en el Biomuseo.